Por Juan Giménez Martínez
Hace unos días atrás fui a pagar mi cuenta de Ripley. Cuando estaba pagando me di cuenta que me estaban cobrando $16.000 pesos de recarga de celular, por lo que le digo a la señorita detrás del mostrador que eso no es así, ya que yo tengo plan contratado, por lo tanto no hago recargas con la tarjeta. La señorita me responde que si ese monto está en el sistema es así, le digo que no, que por favor quiero hablar con el encargado, jefe, gerente o quien corresponda. Ella, de mala gana, llama a un caballero al que le explico que yo no hago recargas por lo que el cobro no corresponde, él se mete al computador y me dice que efectivamente hay un error y que se me devolverá la plata en la cuenta del mes siguiente. Así que estoy esperando la cuenta del mes siguiente para ver si hacen efectivo el descuento.
¿Por qué cuento esto? Porque nosotros, los consumidores, debemos vivir alerta en contra de las grandes empresas, llámese grandes tiendas, compañías de luz, agua, teléfono, gas, tv cable o la que sea. Ya que pareciera ser que la política instaurada es la de robemos al consumidor todo lo que podamos, total nadie los defiende.
El Sernac dice que ellos sólo pueden vigilar y nada más, las superintendencias en vez de proteger a los consumidores defienden a las empresas o se hacen los tontos para no hacer nada.
Nos estafan las Isapres, las AFPs, los bancos, las multitiendas; en fin, todas las empresas. Me obligan a tener un sistema de pensiones, pero el mismo Estado que me obliga no se hace responsable cuando pierdo 3 millones de mi futura jubilación por los manejos de la AFP. Es sintomático del momento que vivimos que en el caso La Polar, que robó a 1 millón de personas durante años, no haya ni un detenido, es más, nadie sabe en qué está la famosa y publicitada investigación, por lo que deduzco que todos van a salir limpios de polvo y paja.
Queda muy de manifiesto que el sistema está ideado y ejecutado para que las grandes empresas cometan las inmoralidades que deseen. No hablo de ilegalidad, hablo de inmoralidad porque ya es casi absurdo pedir legalidad en este sistema que se sustenta en una ilegalidad permitida. Como ejemplo pongo el hecho de las Universidades, existe una Ley que explicita que las Universidades no pueden obtener lucro; pues bien lucraron durante años, usaron todas las artimañas habidas y por haber, hasta un ex ministro reconoció que ganó dinero con eso, pero sólo a raíz de aquello decidieron que “había que investigar el lucro en las Universidades”. ¿Nadie lo sabía de antes?, ¿sólo se enteraron en ese momento?.
En contrapartida si yo no pago mis impuestos, mis créditos, mi luz, mi agua o lo que sea, recibo las penas del infierno, el Estado me persigue por estafa al fisco, el banco me quita la casa, las empresas de servicios me los cortan y me cobran una enormidad por restablecerlos, suma y sigue.
Al ciudadano común se le exige que no cometa ninguna ilegalidad, que pague sus impuestos, que cumpla con los bancos, que cancele a tiempo sus servicios, pero en contrapartida las empresas tienen permitido actuar de la manera contraria. Todo lo anterior provoca cansancio, stress, enojo; lo cómico de esto es que los políticos se siguen preguntando ¿por qué no nos quieren?, ¿qué es lo que quiere la gente?
Es agotador vivir en un estado de alerta constante para que no me estafen más de lo que legalmente se les permite estafar me.
La pregunta es: ¿hasta cuándo voy/vamos a soportar?, como dice Chesperito ¿Y AHORA QUIÉN PODRÁ DEFENDERME?… ¿o tendré que hacerlo solo?
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