Por Marco Enríquez-Ominami
Siguiendo una de las frases geniales de Cantinflas, en política hay que actuar simultánea y sucesivamente: saber visualizar el momento coyuntural y la concepción de la meta a la cual se pretende llegar.
Hoy estamos en el momento en que se manifiesta una crisis radical de modo de vida, de modelo político, de concepción de mercado que, seguramente, terminará en la construcción de nuevos paradigmas, ahora apenas perceptibles. Es la vieja lucha entre lo que caduca – no quiere morir – y lo nuevo que puja por nacer, según lo describiera Antonio Gramsci. Esta dialéctica es la característica esencial de una coyuntura que yo denomino “refundacional”.
La actual crisis no es ninguna novedad y se está convirtiendo en la más radical que haya conocido el capitalismo financiero de mercado: en pocos días, la crisis de deuda pasa – de Portugal, Gracia e Irlanda, a España, Italia y, ahora, a Francia – ; la tasa de riesgo de los bonos rápidamente llega al 7% y, en el caso de Francia a más del 3%: Esta exigencia del mercado es insostenible más allá de tres a seis meses para los países deudores, por consiguiente, para salvarse a Europa sólo le resta una carta: la intervención del Banco Central europeo devaluando el Euro en forma drástica y emitir dinero a raudales, tal cual lo hiciera Ben Bernanke en Estados Unidos; de no permitir Alemania este paso, lo más posible es que se produzca una cadena de quiebres bancarios a nivel mundial.
No se trata de hacer pronósticos apocalípticos – una especie de fin del mundo del calendario maya – sino que de captar, con precisión, lo que ocurre simultáneamente; aun cuando es falso el axioma de los deterministas marxistas, en el sentido de que la vida material condiciona la superestructura, en cierto grado la idolatría del mercado está conduciendo a un esquema nunca pensado por el más estúpido del sectarismo materialista. Los países europeos en crisis, antaño han sido el modelo de los sistemas políticos parlamentarios y de los partidos surgidos de la posguerra – Socialdemocracia y Democracia Cristiana - . Es cierto que el caso de Italia y Francia, el derrumbe de los partidos del siglo XX se ha anticipado a la actual caída de la zona Euro.
Volviendo a los conceptos de Cantinflas, lo “simultáneo y sucesivo”, pienso que los Progresistas debemos captar, en toda su profundidad, las características de la crisis de paradigma actual, que es chilena y global, como nunca, adquieren actualidad todos los temas constituyentes de una refundación republicana:
- Una Asamblea Constituyente
- La recuperación de nuestras riquezas naturales que, afortunadamente, la han puesto en tapete la prepotencia de Anglo American
- Un cambio radical en las cargas públicas: el tema de los impuestos, como lo he dicho repetidas veces, constituye un indicador de compromiso con el país – no sólo se refiere a la recaudación, sino también a la ética de la responsabilidad –
- Educación, salud y vivienda dignas e igualitarias y, sobre todo, liberadas del Leviatán del mercado desregulado
- Reformas políticas: eliminación del binominal, inscripción automática, voto voluntario, sufragio de los chilenos en el extranjero, federalismo, parlamento unicameral, Primer Ministro, responsable ante la Cámara y reforma del sistema de partidos políticos
- Reposición del rol del Estado como regulador del mercado.
Todas estas medidas son tareas simultáneas y urgentes para los Progresistas y, en lo sucesivo visualizando, desde ahora, un Chile libre de la peste indigna de la miseria y poniendo fin a la segregación de nuestra sociedad elitista y racista.
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