Por Kiko Mayorga.
Hace ya más de dos meses que he empezado a trabajar con la Fundación Ciudadano Inteligente y hace algunos días estuve de semana presencial por la fundación. Para quienes no lo saben, yo soy peruano y vivo en Lima. Es mi situación privilegiada y a la vez compleja al empezar a trabajar en un proyecto como la FCI en etapa de proyección regional, pues si bien identifico muchas buenas cosas por aportar y hacer en Chile, noto que hay toda otra familia de cosas por hacer en Perú. Y la abundancia de necesidades es simplemente abrumadora. Desde Lima hasta Santiago hay 2464 kilómetros, pero me atrevo a decir que entre los distintos rincones de las mentes de las personas puede haber desde milímetros hasta años luz. Y es que -como todos hemos pensado alguna vez- si bien tenemos cosas en común, nuestros países están casi siempre más atentos al primer mundo que a los países vecinos. En particular, en el tema de transparencia y participación, bastaría con mirar el mapa de percepción de la corrupción, para ver en la dimensión de confianza en las autoridades, qué tan lejos podemos estar entre Chile y Perú.
Cuando uno llega a Santiago desde Lima, no son pocos los indicios de que la vida del ciudadano es bastante distinta. Lo primero que uno siente es que en general, la gente parece estar mucho más enterada y ser más exigente frente a la estructura pública. Tuve una conversación seria con el taxista que me llevó del aeropuerto. Éste transmitía respeto por las normas y advirtió que bajo ninguna circunstancia uno debería intentar sobornar a un carabinero. En el Perú, si bien los taxistas son generalmente buenas personas, sería fácil comprobar que muchos de ellos no respetan completamente las normas y muchos de ellos ya habrían sobornado a un policía y estarían dispuestos a repetirlo. Basta con ver las noticias en la tele de señal abierta en Perú para entender lo frecuente que es la ilegalidad en el transporte público peruano.
Y ésta ilegalidad se encuentra también en una escala mayor y en casi cualquier ámbito. Un ejemplo crítico: El trabajo de inter-operabilidad de datos que estamos explorando con el devteam de la FCI, nos llevó a conocer el trabajo de la EIA (Environmental Investigation Agency), la cual ha determinado en un estudio, que el 37% de la extracción de Cedro y Caoba de la Amazonía peruana atraviesa por etapas fraudulentas en distintos puntos de la cadena. Los trámites oficiales necesarios para extraer y exportar especies protegidas son completados en el papel -para cumplir con la ley-, pero éstos papeles no representan lo que sucede con los árboles en el mundo real. Taxista o empresario, queda claro que en el Perú es algo común encontrar los escondites para la ilegalidad.
Ahora. Conociendo mejor el trabajo de la FCI, debo contar que estoy completamente sorprendido con lo que se ha logrado a partir del monitoreo parlamentario. Los estudios detrás de “del dicho al hecho” -que evalúan las promesas del discurso presidencial a partir de la efectividad del parlamento- son un trabajo impecable del cual se puede aprender mucho en la región. Sin embargo debo contar también que a partir de nuestras exploraciones vemos que los insumos disponibles para realizar éste tipo de análisis a nivel regional son muchas veces poco accesibles o incompletos. El respeto en general por la ley sería un insumo fundamental para poder llamar al estudio “Del dicho al hecho”. La frase existe también en el Perú, pero el trecho en Perú estaría además “entre la ley y el hecho”. Más allá de que los congresistas legislen, necesitaremos construir mecanismos para asegurarnos de que las leyes se cumplan. Esto nos ha llevado con la FCI a imaginar y discutir otras estrategias de accountability ciudadano, que aún se vienen cocinando en “el taller” y seguramente pronto irán siendo más visibles.
Por otro lado, un buscador de leyes como Leychile.cl es algo que los peruanos definitivamente podríamos anhelar. En el Perú, el acceso a la legislación todavía requiere del papel periódico, y cuando está en web, carece de buscadores inteligentes y en el mejor de los casos demanda suscripciones y pagos, por un servicio incompleto. Cuando le pregunté sobre esto a alguien importante en el poder judicial peruano, me dijo: lo que tú necesitas es pagarle a un buen estudio de abogados que busque por tí. ¿Perdón?
Bueno, como decía, no es poco lo que falta hacer y no es poco lo que podemos aprender a entender entre países vecinos. Hay varias ideas, buenos talentos y buenas experiencias en el taller de la FCI. Estoy seguro que éste intercambio no podrá ser nada menos que super-potente. Contando de esto por ahora y desoxidando mis dedos en éste nuevo espacio. Iré compartiendo aquí novedades y reflexiones. Gracias por leer. Hasta una próxima.
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