Por Daniela Tejada.
La memoria es frágil, y a tres años del inicio del gobierno del Presidente Sebastián Piñera, los recuerdos respecto a lo que prometió en su Programa de Gobierno pueden ser bastante borrosos. Por eso, resulta necesario contar con una herramienta que refresque la memoria y muestre cómo va el gobierno, qué ha hecho y cuánto le falta. Hoy, esa herramienta existe, y su nombre es “Del Dicho al Hecho” de la Fundación Ciudadano Inteligente.
El funcionamiento es bastante simple: consiste en tomar las promesas del programa que tienen relación a materias legislativas y revisar qué proyectos de ley se presentaron por parte del ejecutivo y en qué etapa de tramitación se encuentran, para obtener un porcentaje de cumplimiento según un índice.
El 2012 fue el primer año del proyecto Del Dicho al Hecho, y en esa ocasión el resultado fue que el Gobierno, a la mitad del período para cual fue elegido, había cumplido con el 24% de lo comprometido en materia legislativa. Este año la cifra aumentó en un 15%, llegando el cumplimiento al 39% de las promesas vinculadas a proyectos de ley, bastante poco a decir verdad, considerando que sólo queda un año para que concluya su mandato.
Pero calma, calma, ¡que no panda el cúnico! No es que el Gobierno no esté haciendo nada. De hecho, entre todos los gobiernos desde el retorno a la democracia, Piñera ha sido el segundo presidente – después de Aylwin –qué más proyectos de ley ha enviado al Congreso en los tres primeros años, un 17% más que Michelle Bachelet a la misma fecha.
¿Dónde están todos estos proyectos enviados entonces? En Del Dicho Al Hecho están las respuestas, ya que el estudio contempla también un análisis de la llamada “Agenda Alternativa”, la que corresponde a todos aquellos proyectos que no están vinculados a algunas de las promesas del programa, pero que sin embargohan sido impulsados por el ejecutivo para ser tramitados en el Congreso.
El 2012 la Agenda Alternativa contemplaba el 69% de los proyectos enviados, y al 2013 representa el 73%. Es decir, del total de proyectos enviados por el ejecutivo, el 27% corresponden a proyectos que tienen que ver con alguna promesa, y todos los demás corresponden a materias no incluidas en el plan de gobierno.
En ese sentido se podría decir que efectivamente el Gobierno del Presidente Sebastián Piñera ha hecho bastante, pero el punto es que no ha hecho lo que dijo que iba a hacer. Algunas promesas claves sí están listas, como el post-natal de seis meses, el descuento del 7% de los jubilados, o el ingreso ético familiar – pese a que esta última no cumple al pie de la letra lo establecido en el programa – por lo tanto, hay suficiente material para mandar a hacer gigantografías con el título Chile Cumple. Pero, al mismo tiempo, el traspaso de mayores competencias, atribuciones y autonomía a los Gobiernos Regionales, la modernización de los gobiernos corporativos de las principales empresas estatales, o las promesas vinculadas a los pueblos indígenas se han quedado completamente en el tintero, y esto pareciese no importar.
Cabe entonces plantearse cuál es realmente el peso del Programa de Gobierno como documento fundamental que contiene los objetivos, metas y compromisos para los siguientes cuatro años. ¿Cuánto pesa efectivamente dicho programa? ¿Da lo mismo si se cumple o no, si el gobierno se fue por las ramas o qué porcentaje de éste ha cumplido? Nuestra convicción es que no da lo mismo, y que mayor información es mayor poder que todos tenemos en nuestras manos, para decidir, para opinar y para actuar.
¿Será bloqueo político de la oposición, indiferencia porque en el camino surgieron otros asuntos más apremiantes, o incapacidad de cumplir lo prometido al no prever que en el sector público la pega no la hace “la mano invisible”? ¿Será que se promete lo que se quiere y se mantiene lo que se puede?
Independiente de cuál sea el por qué del bajo cumplimiento de las promesas vinculadas a materias legislativas, la clave de este asunto es el hecho de que exista información clara, confiable, actualizada y completa de lo que hace el Gobierno.
El trabajo realizado en deldichoalhecho.cl hace referencia exclusivamente a las promesas vinculadas a materias legislativas, puesto que son las promesas que se pueden monitorear a través de los proyectos de ley. Pero muchos otros compromisos pueden abarcarse a través de otros medios, como por ejemplo planes y programas, y el problema es que no se encuentra disponible abiertamente los informes de avance, cobertura e impacto de dichos programas para de esta forma incluirlos al análisis de cumplimiento total del gobierno. O por ejemplo, si hay un terremoto, salen miles de alumnos a protestar por la educación a las calles, u ocurre cualquier evento imprevisto durante el mandato, tampoco existe un lugar donde esté publicado que existe un cambio en el rumbo del Gobierno acondicionándose a las nuevas demandas sociales.
Claro está que nos encantaría que al terminar un determinado Gobierno el cumplimiento del Programa de Gobierno fuese de un 100%, pero también es de considerar que esta cifra es irreal. En el transcurso muchas cosas pueden pasar, y la dinámica fluctuante es parte de la democracia. No obstante, saliéndonos de los porcentajes, lo fundamental es que exista un mayor flujo de información, una mayor rendición de cuentas por parte del gobierno, y los datos necesarios para que cualquier ciudadano pueda revisar lo avanzado y lo pendiente, las nuevas prioridades y los temas que pasaron a segundo plano.