Por Enzo Abbagliati.
El libro publicado por el senador Jovino Novoa a principios de año, en el que lanzó duras acusaciones contra el gobierno del presidente Sebastián Piñera, ha visibilizado en toda su extensión un conflicto latente al interior de la coalición de gobierno. Así como la Concertación se debate hace años entre autoflagelantes y autocomplacientes, el choque de posturas entre la derecha conservadora y la derecha liberal en estos tres años de gobierno lleva a pensar cuán consistente puede ser –desde el punto de vista programático- un gobierno de la Alianza por Chile.
¿Tiene razón el senador al apuntar al presidente y enrostrarle que más que defender las ideas del sector su gobierno se ha camuflado hasta parecer uno de la Concertación? ¿Cuánto hay de realidad en esa afirmación y cuánto de querer pasarle otras cuentas?
Leyendo el completo informe 2013 “Del Dicho al Hecho” elaborado por Ciudadano Inteligente, los grandes números de la agenda legislativa del gobierno parecen darle en algo la razón a Novoa.
Un primer punto es el avance de las promesas del programa electoral que implicaban proyectos de ley. Es probable que a través del manejo de las urgencias, el magro 39% de cumplimiento del programa de gobierno que hoy se presenta, viva este año un cambio importante. Para que ello ocurra el siempre optimista ministro Larroulet va a requerir de una significativa capacidad de persuasión en el año más electoral que se recuerde en mucho tiempo en la comarca (las aún indefinidas primarias parlamentarias; la ya seguras primarias presidenciales en la Concertación y la Alianza; y la primera y eventual segunda vuelta de la elección presidencial, todo en pocos meses). Persuasión en este caso será sinónimo de negociación, “camuflando” las propuestas hasta hacerlas irreconocibles para algunos legisladores de gobierno, con el fin de asegurar su aprobación con votos de la oposición.
Un segundo punto es la denominada agenda alternativa, en la que pareciera que las palabras de Novoa adquieren su sentido más profundo. El informe de Ciudadano Inteligente no mide la consistencia ideológica de esa agenda. No está en sus propósitos. Pero constata un dato rotundo: casi tres cuartas partes de los proyectos de ley enviados por este gobierno al Congreso no están relacionados con el programa con el que ganó las elecciones el año 2009.
¿Es malo que exista una agenda alternativa? A priori no, siempre que el cumplimiento de las promesas del programa electoral sean el piso mínimo de eficiencia legislativa. Pero eso está por verse.
¿Habrán significado los proyectos de esta agenda alternativa un escoramiento ideológico de la administración Piñera? Novoa diría que sí, pero dándole el beneficio de la duda a un gobierno que nos acostumbró a la letra chica, sería necesario descifrar detalladamente la visión de país que fundamenta 3 de cada 4 proyectos enviados al parlamento para hacer conclusiones tajantes al respecto.
¿Cuánto de esta agenda alternativa es reacción al ciclo de movilizaciones sociales iniciado en el segundo semestre de 2010? Según el gobierno, parte importante de las demandas fueron escuchadas y sometidas al debate parlamentario. Según los movimientos sociales, los proyectos de ley no atacan de manera intregral los problemas denunciados.
En las democracias representativas, los electores delegamos nuestro poder de decisión en autoridades (ejecutivas y legislativas) a las que elegimos por sus promesas, las que representan una hoja de ruta del camino que debemos recorrer como sociedad. Son estas autoridades las encargadas de hacer realidad los cambios en el destino del país que la mayoría escogió en las urnas. Ante la inexistencia de recursos como el voto programático y los referendos revocatorios, que permitirían remover anticipadamente a esas autoridades en el caso de que incumplieran sus promesas de campaña y llevaran adelante gestiones marcadas por sellos distintos al espíritu de sus propuestas, los electores solo tenemos la oportunidad de evaluar el cumplimiento del gobierno al terminar su mandato. La ausencia de mecanismos permanentes de rendición de cuentas convierte a la agenda alternativa, por tanto, en una poderosa y en alto grado inmune vía para gobernar con ideas distintas a las enarboladas para conquistar el voto del electorado.
Cuando en marzo de 2014 termine su mandato el presidente Piñera, ¿qué pensarán los electores que lo escogieron? ¿Sentirán que las ideas impulsadas por el gobierno son aquellas por las que ellos votaron el 2009? Hay ya una certeza: el senador Novoa responderá en forma negativa.