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La carrera presidencial para el 2014 ya empezó… y hace rato

parisi

Por Diego Bustos.

Hoy llegó a mis manos una invitación de una prestigiosa universidad para escuchar una charla de Andrés Velasco, quien es presentado como Candidato Presidencial. Ello trajo a mi mente algunos pensamientos que me gustaría compartir con ustedes.

Parece que fue ayer cuando una gran parte de Chile estaba en el suelo a raíz del terremoto y, mientras tanto, Michelle Bachelet traspasaba el mando presidencial a Sebastián Piñera. Sin embargo, en un muy breve espacio de tiempo comprendido entre aquel entonces y hoy,  ya han sonado varios nombres de peso para una próxima carrera presidencial.

El problema es que 4 años son muy pocos para que un Gobierno pueda sentar un precedente a nivel nacional y es por ello que vemos al rostro del ejecutivo como un eterno candidato. Tanto Bachelet como Piñera cayeron en el mismo vicio. En cada uno de sus discursos se han mostrado llenos de promesas y romanticismos, como intentando convencer a la población de algo que nadie entiende lo que es. Es muy poco lo que comentan sobre los hechos reales (los cuáles por tradición suelen darse a conocer cada 21 de mayo), y es que éstos darán frutos o perjudicarán a la sociedad en un plazo bastante mayor a los cuatro años.

Por si eso fuera poco, el presidente (independiente de su tendencia) debe lidiar con la ambición natural de todo político que apunta al poder propiamente tal. Es que cuatro años es un tiempo prudente para hacer una campaña bien pensada y de probables efectos positivos. Ya vemos como los varios logros del actual Gobierno (los que por cierto no han sido pocos) han pasado a segundo plano o se han visto opacados por la carrera a la presidencia del 2014 que ya está en pleno proceso.

Hoy tenemos a varios candidatos, algunos declarados como lo es  Franco Parisi y, por lo que veo, Andrés Velasco. Tenemos también, los candidatos “no asumidos” como lo son Lourence Golborne, Andrés Allamand y, por supuesto, Michele Bachelet.

A mi parecer, tenemos demasiados nombres para la próxima carrera presidencial. Son demasiados considerando el reducido espectro de tendencias políticas en la gente. Están los de derecha, los de izquierda, y los que no están ni ahí. Unos más otros menos pero, en esencia, eso somos.

Lo lógico sería entonces,  tener sólo tres candidatos. Por la izquierda que presenten a Bachelet, que la derecha presente a Golborne y los que les da lo mismo presenten a Parisi.

¡La carrera presidencial ya comenzó, señores!  Y varios no se dieron ni cuenta. El espectro de posibles candidatos se aleja bastante de lo que debiera ser, pero finalmente eso nos promete un año de candidatura (2013) bastante entretenido, el cual se verá condimentado con el famoso voto voluntario.

Ya es tarde para que la alianza y la concertación se ordenen. Ya no es tiempo de filtrar los temas por los cuales hacerse notar. Bienvenidos sean los debates tan inverosímiles como cuáles son los parlamentarios que fuman marihuana.

Últimamente, cada uno de los partidos políticos ha ido avanzando por medio de errores y desentendimientos internos que han quitado credibilidad no solo a los bloques sino también a las personas que los conforman.

En sentido de ello, que no nos extrañe el colosal efecto que pueda generar Franco Parisi.

La gente ya se terminó de desencantar con la política nacional, ya no creen ni lo que rezan los políticos… desde el concejal de cualquier municipio hasta el Presidente de la República.  Y es por eso que veo tremendamente posible el triunfo de Parisi, por el hecho de que no estamos hablando de un personaje político, y se nota.

Si éste personaje es tan inteligente como parece, debe comenzar desde ya a abordar profundamente algunos temas que no tengan nada que ver con lo económico. Ya está claro que el tipo se maneja con todo lo micro y macroeconómico. Hoy es preciso que apunte a lo social, a las problemáticas  ya tradicionales y de peso que encontramos de Chile como lo son la salud y la educación. Le recomiendo a este personaje comenzar desde ya con charlas para la gente de regiones donde los problemas son dos o tres veces más graves que en Santiago. No obstante, para tan poco tiempo de campaña, no puedo desconocer que lo ha hecho bastante bien.

El oficialismo debió haberse unido fuertemente y dejar que sólo la Concertación empezara con divisiones internas, pero no lo logró. A la “Coalición por el Cambio” ya le queda bien poco de “Coalición”. La Concertación, en tanto, debe seguir tirando paños fríos al caso Tsunami para que la flamante candidata pueda hacer renombre por algo positivo. Y Parisi, debe ampliar el contenido de su discurso.

Esperemos que esta vez la gente logre entender que debe votar por el más capaz y no por el más carismático.

 

 

Aunque el Capitalista se Vista de Rojo; Capitalista se queda

capitalismo

Por Diego Bustos

La historia ha demostrado que en toda nación la política y la economía son factores que van firmemente de la mano. Así mismo, hemos podido, incluso, ver algunos casos en los cuales el peso de lo económico ha llegado a postergar temporalmente toda ideología o lineamiento proveniente de la política.

Para que sea más entendible la idea que expresaré a continuación, es preciso tener al menos una breve explicación del concepto “Capitalismo”.

De forma más bien generalizada, me atrevo a definir a un sistema capitalista como un modelo económico y político basado, antes que todo, en el libre mercado. En éste, a diferencia del modelo socialista o el abstracto “social de mercado” prima la producción y la propiedad privada. Ello se traduce a en la existencia de un Estado que, en lo que respecta a materia económica, solo cumple el rol de espectador y, en la medida que fuere necesario, de fiscalizador (de tal forma que debe ser garantizada la libre competencia con todo los beneficios que ello puede otorgar a una sociedad).

En materia social, este sistema tiene, en esencia, los mismos fines del resto de los regímenes políticos. Por sobre todo, debe ser garantizado el bienestar social (o “Bien Común), se debe velar por la seguridad e integridad de los ciudadanos dentro de las fronteras y en relación al resto de las naciones. Del mismo modo, se deben resguardar las libertades civiles, como también hacer respetar los derechos de las personas y el cumplimiento de los deberes de las mismas.

El Capitalismo es un modelo que tomó fuerzas luego de la Segunda Guerra Mundial y que tuvo como gestor por antonomasia a Estados Unidos. Por medio de la ayuda brindada por dicha nación a gran parte de los devastados países del viejo continente, el modelo en cuestión comenzó a posicionarse en forma rápida y solida.

Durante toda la llamada Guerra Fría, existió la lucha constante entre el socialismo guidado por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y el capitalismo timoneado por la potencia norteamericana. Resultado de ello, y para pesar de muchos, el “triunfo” del capitalismo fue cuestión de tiempo y se materializó con la caída del Muro de Berlín en 1989.

Durante toda la década de los 90, vivimos un suceso llamado globalización. En él, las redes internacionales aumentaron notablemente en número y grados de influencia. Así también, el desarrollo del comercio internacional llegó a niveles impresionantes con lo cual el abaratamiento de productos y servicios fue evidente en varias naciones, entre las cuales Chile no estuvo ajeno.

Es gracias aquella tan cuestionada globalización que los avances tecnológicos comenzaron a estar al alcance de gran parte de la población mundial. Incluso, no me cabe duda que gracias a ello yo puedo dar a conocer mi opinión y ustedes pueden leerla. Es la magia del internet… uno de los tantos derivados directos de la idea que les menciono.

Guste o no, la diversificación de marcas en productos, la variedad de servicios y el constante perfeccionamiento tecnológico son derivados del posicionamiento mundial del capitalismo.

Hoy sólo existen dos naciones que se alejan por completo al modelo mencionado: Corea del Norte y Cuba. Ambas naciones que han optado por el socialismo como modelo económico y social pese a las drásticas consecuencias que son evidentes.

Luego, hay otros dos casos que siempre me han llamado la atención: Venezuela y China. El primero, es se rige bajo un modelo dogmático y de cuestionable peso teórico que muy probablemente no dure más tiempo del que pueda durar Hugo Chávez en el poder. China, en tanto, lo considero un “hibrido” por cuanto ha logrado mantener un sistema político de izquierda con un modelo económico completamente abierto y basado en el capitalismo desde hace ya cerca de diez años.

La economía capitalista, ha demostrado que es necesaria para el progreso de las naciones. En Chile, aquel modelo fue instaurado en el Gobierno de Augusto Pinochet y se ha mantenido, en esencia, hasta nuestros días. Siendo objetivos, nadie puede obviar el incremento de la industria privada y el progreso macroeconómico basado en comercio exterior incluso en los Gobiernos de Lagos y Bachelet. Incluso he escuchado por ahí la frase “el período de Lagos fue el mejor Gobierno de derecha”.

Seamos honestos señores. Chile es riquísimo en recursos naturales, es un absurdo pensar en el progreso de nuestra nación si no es por un modelo económico abierto y basado en el libre mercado.

El desarrollo de la economía interna en manos de privados es algo necesario para el progreso de nuestro país y de muchos otros. Incluso la educación y la salud son consideradas servicios y, mientras exista gente dispuesta a pagar por ellos, tendremos gente lucrando con ello. Lo cual no quita que deba existir, además, tanto salud como educación pública, gratuita y de calidad, por cuanto ello garantiza el cumplimiento de derechos esenciales de las personas y, por consecuente, aporta a la obtención del bien común.

Ahora bien, veamos el caso del chileno actual. Más que nada en una muestra del grupo joven de nuestra nación, en quienes pensé al momento de darle titulo a esta columna.

Muchas son las personas que hablan en contra del capitalismo, que se definen como opositores al “sistema”, eso está bien, es su legítimo derecho el expresarse. El punto donde aparece una rara inconsecuencia es cuándo vemos que para dar a conocer aquella opinión, recurren a twitter o facebook, al cual acceden a través de sus smart phones o computadores.

Hoy en día, tanto twitter como facebook son considerados íconos del capitalismo y la globalización.

Así también, existe el “comunista acomodado” o, el “socialista burgués”, términos no oficiales que usamos para referirnos a las personas que se dicen socialistas o comunistas pero viven en un barrio exclusivo, con un auto lujoso y ropa de marca, que suelen ser los mismos que protestan desde el computador. Es una postura válida y respetable, pero para quienes conocemos las raíces teóricas de ambas tendencias liberales, es legítimo que nos parezca a lo menos irrisorio.

Estimados, incluso una polera con el rostro de Ernesto “Che” Guevara, fue vendida por un privado, y comprada por otro privado. Lo cual generó impuestos que fueron al Estado para garantizar el bienestar social. Ello es un claro ejemplo del capitalismo en lo microeconómico. Y, si rescatamos que el algodón para aquella polera, probablemente vino de Brasil, y fue vendido a un precio fijado por los lineamientos de comercio exterior,  tendremos entonces un ejemplo del capitalismo macroeconómico.

 

La sobrevaloración de la Democracia en Chile

democ

Por Diego Bustos.

En mis tiempos de estudiante, en alguno de los varios textos que pasaron por mis manos, me tocó leer una idea que sin duda alguna ha hecho eco en mi mente hasta el día de hoy. Si mal no recuerdo, la frase decía algo así: “la democracia es la autoridad de la mayoría por sobre las minorías”. Desde entonces, no he podido sino cuestionarme frecuentemente la validez y el peso real del concepto “democracia” en esta, nuestra sociedad.

Bien es cierto que dicho término significa “poder del pueblo” (demos kratos). En esencia, ese breve concepto dice mucho y ha logrado dar cimientos a innumerables hechos históricos. No obstante ello, recordemos que la muestra más pura de la que se tenga registro sobre lo que ha sido la práctica democrática fue la antigua Atenas y, es teniendo claro ello, que surgen poco a poco distintas inconformidades sobre nuestra actualidad política y social.

Vamos viendo. En primer lugar, la democracia pura y recta  de los tiempos clásicos se dio en un pueblo muy distinto a cualquier grupo social presente en este tiempo. Eran personas cultas, preocupadas por lo que pasaba a sus alrededores y tremendamente llenos de ambiciones. Los atenienses eran ricos en cultura y tradiciones, primaban el conocimiento y la razón por sobre el ocio y lo militar. En cada decisión que hubiere de tomarse, cada miembro de aquel grupo de habitantes tenía la libertad de opinar por medio de voto secreto sobre las alternativas dadas en pro del bienestar del pueblo entero.

Aquel grupo de personas fueron los pioneros de ésta idea que tanto peso le damos en la actualidad. Gente estudiosa y preocupada del perfeccionamiento constante de la razón (me gustaría ver un solo chileno al azar memorizando “La Iliada”… tal como lo hicieron los atenienses).

Me parece irrisorio, entonces, ver tanto político jactándose de la “democracia chilena” y más lastima me da cuando dicen que la imagen de nuestro país de ha posicionado por ello mismo. Llega incluso a provocar risa cuando sale al aire la frase “tradición democrática”. ¡Por favor! ¿de qué tradición democrática estamos hablando?.

En una clase de Historia de Chile un gran profesor desglosó la idea y nos explicó (al curso) el porqué simplemente no podemos nunca hablar de la tradición democrática. Y fue él quien compartió una idea basada en numeración de hitos que no puedo sino compartir:

  • Chile parte del virreinato del Perú.
  • Guerra contra el pueblo araucano (la segunda guerra más larga de la que se tenga registro, siendo superada solo por las cruzadas).
  • Persecución a los liberales.
  • Chile federal.
  • Guerra Civil de 1891
  • Chile y la rotativa ministerial… período en el que tuvimos incluso ministros que usaron sus cargos por tan solo un día.
  • Irrupción armada durante el gobierno de don Arturo Alessandri Palma, quien debió interrumpir su periodo presidencial hasta que los uniformados vieran que no eran capaces de tomar las riendas sobre las problemáticas nacionales.
  • Gobierno militar presidido por Augusto Pinochet.

Esos son solo algunos de los ejemplos de las tantas interrupciones que ha tenido nuestra endiosada democracia. Y todo eso en solo 200 años, lo cual por cierto es un muy breve período de tiempo para hablar de que el nuestro es un país recto e inmaculadamente democrático.

Es cierto, tenemos un sistema de elección que nos permite elegir concejales, alcaldes, parlamentarios e incluso el Presidente de la República por medio de sufragio universal. Sin embargo ello no me parece suficiente para considerar a mi país como una nación democrática. Cada día es más frecuente la frase “no voto porque no me interesa la política”, sobre todo en jóvenes, quienes por cierto aparentemente no han logrado darse cuenta que absolutamente todo lo que tienen y lo que los rodea a llegado a ellos gracias a una intervención política.

Por otro lado, y aunque a muchos les pese, no podemos desconocer que el grueso de la masa electoral peca de ignorancia ante asuntos claves antes de sufragar. No saben lo que es el modelo directo o indirecto, no saben realmente cuales son las labores de concejales o alcaldes, y no saben, siquiera, la diferencia entre un senador y un diputado. ¿En qué se traduce eso? En el constante triunfo del carismático por sobre el  capaz. Y es así, señores, como le damos constante impulso a la rueda del círculo vicioso en el cual estamos inmersos. ¿Cómo podríamos solucionar éste problema?… realmente no lo he pensado con detención, pero si tengo claro que el dictar educación cívica obligatoria sería sin lugar a dudas un muy gran paso al respecto.

No pongamos la democracia en un pedestal. No, al menos, mientras basemos nuestra democracia en la capacidad de sufragio popular. La democracia es mucho más que eso.

Sólo tenemos 200 años, estamos en pañales. Aún es tiempo de empezar a hacer las cosas bien. Pero como diríamos en buen chileno… bajémonos de la nube. No, no somos un país de tradición democrática.

 

¿Por qué Hong-Kong ha puesto los ojos en Chile?

hong-kong

Por Diego Bustos.

 

Chile, según avalan los informes del Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) es uno de los países con menor riesgo para la inversión y, a su vez, con mayor estabilidad económica interna en su zona (lo que abarca prácticamente toda América del Sur, salvo algunos casos aislados como Surinam y Guyana Francesa que se rigen por lineamientos económicos externos). Teniendo claro ello, ya se justifica en gran parte el interés de Hong Kong por tener un acuerdo comercial tan importante como el que evalúan para con nuestra nación. Hong Kong es por sí misma un espacio de constante auge económico e industrialización en base a capitales e intercambio de capital humano desde y para el extranjero (se rige por un modelo económico puramente capitalista).

Nuestro país, teniendo un modelo económico basado en el capitalismo y marchando aun –en un gran aspecto-, pese a varias reformas legales, se muestra al mundo como una zona en la que el sector privado es actor principal en la arena comercial y donde, por lo demás, existen variada y abundante materia prima, lo cual para distintos puntos del Asia Pacífico ha de ser un evidente foco de interés.

Cabe explicar, además cuál es el motivo por el cual dicho agente asiático puso los ojos en nuestro país antes que en otras posibles naciones como Perú, Argentina o Brasil. Vamos descartando por parte.

Argentina pudo haber sido opción para un TLC antes que Chile, mas ello podría haberse dado hasta hace varios años. No olvidemos que el país trasandino se negó a pagar la deuda  que mantenía pendiente al Banco Mundial, con lo cual pasaron directamente a la llamada “lista negra” de aquel organismo internacional, de modo tal que marcó un precedente que ha sido –y seguirá siendo- por muchos años un lastre para el comercio argentino.

Brasil, en tanto, si bien ha gozado últimamente de una suerte de estabilidad política, posee un modelo económico más bien mixto, con lo cual nos referimos a un Estado que no se limita únicamente a ser un espectador del comercio nacional e internacional, sino que en ciertos ámbitos es un actor más, con lo cual limita el actuar y los intereses de agentes privados y, por ande, de inversionistas extranjeros.

Por último, Perú viene teniendo una política más bien estable a ojos del resto del mundo, como también lo ha logrado en el ámbito económico. No obstante ello, para Hong King, firmar un acuerdo comercial con aquella nación significa en el corto plazo tener que extender dicho tratado hacia distintas naciones latinoamericanas, en base a los estatutos de las distintas entidades multilaterales de las cuales nuestro vecino del Norte es miembro activo como la Comunidad Andina de Naciones (CAN), sentido en el que Chile se posiciona como mejor opción al haber optado por una postura aislación en aquel aspecto.

 

Veamos, entonces, cuáles serían los beneficios para cada una de las posibles partes involucradas.

Chile lograría mejorar aún más su imagen país y el interés de inversión externa. El tener un TLC con Hong Kong genera externalidades positivas para los chilenos que van mucho más allá de la baja en los precios de productos provenientes de dicha localidad. Sería de esperar, en el mediano y largo plazo,  un aumento en la tecnología que se insertará en la prestación de servicios y producción interna. Así también, el requerimiento de mano de obra calificada, derivará en la necesidad de mejoría de capital humano, lo que incidirá en la educación técnica y superior.

Otra ganancia para Chile será el seguir escalando en materia macroeconómica con respecto a sus pares latinos lo que geopolíticamente genera notable estabilidad interna y un resguardo importante y necesario ante la posibilidad de crisis económicas que puedan suscitarse en países vecinos y/o cercanos.

En un aspecto más social, lo más “palpable” para nosotros, los chilenos sería el abaratamiento de muchos productos tecnológicos provenientes de China. Aumentará, con el pasar del tiempo, el número de agentes existentes en distintas áreas de servicios, lo que generará mayor y mejor competencia; con ello, los chilenos debiéramos poder apreciar una baja en los precios en aquel sentido. En el largo plazo, aumentará y/o mejorará la tecnología existente en las áreas de producción, lo que debiera también generar una caída en los precios de productos provenientes del sector agrícola y pesquero interno. Por último, y lo que tal vez sea lo menos evidente a vista del grupo social nacional, se generará la mejoría en formación de personal calificado (capital humano) lo cual mostrará frutos en, a lo menos, una década más.

Hong Kong, en tanto, ganará el punto de acceso para aumentar sus redes de acción comercial dentro del cono sur. El haber pactado un acuerdo comercial con Chile le asegura suficiente tiempo de estabilidad en uno de sus tantos acuerdos bilaterales, con lo que logra sondear, indirectamente, la realidad comercial de naciones cercanas a la nuestra. Gana, además, el fortalecimiento de su modelo económico interno y el abastecimiento de suficiente materia prima para aumentar su propia producción con lo que incrementa, al igual que nosotros, la capacidad de venta y, también, la entrada de divisas.

Por último, y en relación a lo que pueda afectar positiva o negativamente al resto de los países de nuestra zona continental, es preciso saber que el efecto en otros países latinoamericano, en el corto y mediano plazo, es más bien nulo. Chile ha mantenido una política económica bastante aislada en relación al resto de los países de la zona. Si bien existen varios organismos internacionales de cooperación económica, nuestro país a optado, cuando mucho, a formar parte como país asociado y no como miembro. Ello significa que no está obligado a compartir ni influencias ni ganancias. No obstante, la última decisión en este aspecto la toma Hong Kong, ellos pueden firmar otro TLC en forma bilateral cerrada con otra nación latinoamericana, o bien abierta, con lo cual firmando con un solo país abarca otros más, producto del efecto generado por los organismos internacionales recién mencionados.

Descentralización Necesaria Y Urgente

chile rural

Por Diego Javier Bustos Neyra.

El centralismo en Chile es un problema que ya no solo es evidente en la relación Santiago-regiones. Hoy la tendencia a concentrar el grueso de las capacidades políticas, económicas y sociales se está dando con mucha fuerza incluso en lo intrarregional. Para comprobar dicha idea basta con ver la distribución demográfica de cada una de las regiones, de ese modo veremos el peso que tienen las capitales regionales en relación al resto de las provincias, escenario que es sólo el punto medio de una cadena que termina en la “superioridad” de las capitales provinciales por sobre el resto de las comunas.

Claramente podemos, entonces, disgregar la fundamentación del centralismo en dos ideas macro: Lo político-administrativo y lo social.

Por su parte, hablamos de una nación centralizada por cuanto las leyes y las bases de la administración derivadas, en su esencia, de la antigua monarquía española han madurado en Chile una administración tremendamente burocrática, así como también, un poder que descansa sin problemas en las manos de unos pocos y, en algunos casos, se le ve sólo en las manos de una persona (el presidente de la república), quien tiene facultades políticas que están por sobre el común observable en otros países presidenciales.

En segundo lugar, existe la justificación social. Nosotros, las personas, tendemos a buscar el camino fácil en todo ámbito de nuestras vidas y, en sentido de ello, es que aspiramos a vivir y desarrollarnos donde tengamos absolutamente todo al alcance de nuestra manos (aunque ello signifique sacrificarse en cuanto a costo y calidad de vida). Dicha idea apunta a las aspiraciones de las personas y es evidente en una clara figura: el Santiaguino no está dispuesto a vivir en Concepción, el penquista no dejaría su ciudad por irse a vivir a Chillán y el chillanejo, en tanto, difícilmente proyectaría el resto de su vida en la comuna de Pinto.

No obstante todo lo anterior, es preciso que la gente y el Gobierno, empiecen a entender que las regiones han demostrado con creces tener capacidades de sobra para generar importante sustento. Así también, la saturación de la Región Metropolitana es cada vez más evidente y ello es reflejado en los niveles de stress, lo cual se debe mayormente a los altos costos y la mala calidad de vida. La gente poco a poco se tendrá que ir dando cuenta que ese paradigma de “me voy a Santiago puesto que ahí está la pega” se va resquebrajando poco a poco y, entonces, la tortilla comenzará a darse vuelta y serán (esperemos que pronto) los santiaguinos quienes tendrán que evaluar la posibilidad de buscar empleos en regiones y, así también, los inversionistas tendrán que considerar el encauce se sus recursos a plazas en el norte o sur de nuestro país.

El Gobierno en tanto, independiente del color que sea, debe dejar de crear políticas públicas y leyes que apunten a todo el país como si éste fuera un punto. La clase política no puede olvidar que Chile tiene más de 4.000 kilómetros de extensión (y eso solo en la parte continental), con lo cual es lógico y evidente que el problema del ariqueño no es el mismo que obstaculiza la vida del chilote, al igual que los problemas de vivienda en Punta Arenas jamás serán los mismos que en Santiago.

Por último, las empresas deben retornar los grupos gerenciales y directivos a las regiones, con lo cual abaratarán costos y reducirán enormemente los tiempos necesarios para llevar a cabo cualquier decisión. Parece irrisorio que las grandes forestales de las regiones del Biobío y la Araucanía tengan sus gerentes en Santiago, como también es complejo explicarnos porqué la parte directiva del Codelco también está en la Región Metropolitana.

A estas alturas es natural pensar que la descentralización es necesaria para alcanzar el tan anhelado Chile desarrollado. Es necesario que los dineros dejen de distribuirse entre Santiago y las “regiones”, no podemos seguir considerando que “las regiones” son el equivalente a Santiago. En ningún caso se espera un Chile federal, pero si un Chile en el que las regiones tengan un peso político, social y económico que garanticen el tan perseguido “bien común”.

 

El vaso sin filtro

El Trago Fuerte

¿Qué piensa cada congresista sobre el binominal, el semipresidencialismo, el matrimonio homosexual o sobre el aborto terapéutico?, ¿A qué opositor de su conglomerado político admiran más, a cuál menos?, ¿cuáles son sus creencias religiosas y cuáles sus referentes personales? 19 parlamentarios de diferentes partidos políticos accedieron a someterse al Rayo X Político, la nueva iniciativa de El Vaso, el blog de la Fundación Ciudadano Inteligente.

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