¿Tienes ropa, muebles u otros objetos usados para regalar y no sabes a quién?, ¿quieres donar dinero y no conoces el contacto de fundaciones en regiones?, ¿tienes tiempo y habilidades para hacer un voluntariado y no sabes dónde dirigirte? Éstas y otras 700 formas de ayudar ya están en el sitio web de Ayudar.cl, que fue lanzado el martes 29 de mayo.
La plataforma consiste en un sistema de colaboraciones georreferenciadas que ubica al usuario en un mapa e identifica a las instituciones cercanas a las que puedes orientar tu asistencia, señalando además las múltiples alternativas de apoyo posibles.
“Creemos que hay muchas personas que quieren ayudar pero no saben cómo ni dónde. Ayudar.cl actúa como un puente que canaliza esa voluntad, ofreciendo y facilitando formas de ayudar, muchas de las cuales no son conocidas”, dice Magdalena Edwards, gerente del proyecto.
En Ayudar.cl puedes encontrar alternativas de ayuda que van desde el reciclaje de tapas de bebidas y otros elementos, hasta la donación de juguetes y libros. También puedes hallar cupos de prácticas laborales y de voluntariado, e incluso comprar productos y servicios a las organizaciones solidarias, entre cientos de otras alternativas.
La plataforma pretende dar visibilidad a las más de 100 organizaciones, especialmente a aquellas cuyo trabajo pasa inadvertido a los ojos de la sociedad y potenciar la solidaridad en Chile, facilitando el contacto entre quienes quieren ayudar y quienes necesitan ayuda.
Asimismo, la pertenencia de estas instituciones a la Comunidad de Organizaciones Solidarias, gestora del proyecto de Ayudar.cl, asegura la transparencia en el flujo de la ayuda y, de manera más importante, genera una nueva forma de vivir la solidaridad al aunar los esfuerzos antes aislados en un potente trabajo de equipo.
Te invitamos a visitar http://www.ayudar.cl
Por Francisco Luco.
Con el apogeo en los últimos años de colectivos como Wikileaks, Anonymous y Lulz Security, la información más reservada, sea que se encuentre custodiada por el gobierno o algún ente privado, se encuentra al alcance de la mano de cualquiera y tan accesible como las informaciones tradicionales que entregaría un medio de prensa convencional.
Si bien es cierto que estas agrupaciones mantienen algunas diferencias sustanciales entre ellas, existe asimismo una serie de rasgos comunes y visión compartida que les ha permitido en más de alguna ocasión trabajar en conjunto.
Sin embargo, el problema que aparece con el apogeo del acceso a la información, la proliferación de este tipo de colectivos y el trabajo llevado a cabo, es que la barrera que separa entre la legitimidad para conocer de los datos públicos y lo que de plano podríamos calificar como un robo de información o vandalismo digital, se vuelve cada vez más difusa.
Hace sólo un par de semanas el FBI informaba que, gracias a antecedentes provistos por el propio líder de Lulz Security, Héctor Xavier Monsegur, alias Sabu (quien había sido arrestado a mediados de 2011), cinco de sus compañeros de fechorías fueron detenidos.
Desde luego la actitud del informante fue calificada en círculos virtuales como una de las más deleznables que puedan verse en el entorno del llamado “hacktivismo“. En efecto, esta clase de perfidia no suele ser el espíritu general que se aprecia en comunidades tan grandes como las mencionadas; las que, en cambio, se caracterizan –suponemos– por valores como la lealtad o la existencia de alguna consigna contra un enemigo común que no admite debilidades, quebrantamientos ni divisiones.
Miles de usuarios anónimos se lanzaron en picada a las secciones de comentarios en blogs de habla inglesa e hispana, desatando su odio y dejando entrever que Héctor Xavier Monsegur merecía las penas del infierno por haber proporcionado al FBI la información que —se espera— ayudará a dar un término más o menos definitivo a la historia de esta organización. Pero lo interesante es que no se trató de una actitud de reproche que se limitara a hacktivistas o hackers; por el contrario, se generó una especie de sentimiento comunitario y de empatía que se extendía a cualquier usuario de Internet que se preciara de ser amante de la tecnología y la libertad de información.
El problema sobre el que no muchos se habían detenido a pensar, sin embargo, es que (a riesgo de decir algo que de políticamente correcto nada tiene) en el caso particular de Lulz Security nos enfrentamos a una organización que parece estar mucho más cercana a la criminalidad cibernética que a una legítima lucha por el acceso a la información. Después de todo, no podemos ni debemos perder de vista que fue Lulz Security la organización que se vanaglorió de, por ejemplo, haber robado en 2011 cientos de miles de nombres de usuario, contraseñas y números de tarjeta de crédito de la base de datos de Sony.
Ahora, ¿cuál es el bien al que aspiramos o el beneficio que la comunidad obtiene cuando un grupo de hackers (sí, sabemos que el sentido original de esta palabra dista bastante del que se utiliza hoy en día, pero sencillamente nos acoplaremos a la convención) se dedica a robar datos que, además, podrán ser utilizados posteriormente para fines aún menos loables?
Un caso menos extremo, pero igualmente ilustrativo, es la última hazaña de Wikileaks, la que, en asociación con Anonymous, se hizo de nada menos que cinco millones de correos electrónicos pertenecientes a la firma privada de análisis Strategic Forecasting, una serie de datos que fueron derechamente robados por Anonymous (ente cuya supuesta falta de jerarquía y organización difícilmente puede ser sostenida hoy en día) el pasado mes de diciembre.
Como explican los medios de prensa, empero, ésta no fue la primera oportunidad en que Wikileaks filtra información que reviste el carácter de privado en vez de público. Y no puede dejarse pasar lo relevante que es diferenciar entre una cosa y la otra.
Asumiendo que –al menos desde un punto de vista formal– el acceso a la información pública que ostenta el gobierno –cuya obtención no ha sido autorizada– reviste cierta ilegitimidad, se subentiende que prima, no obstante lo anterior, una suerte de legitimidad material: la de los gobernados por conocer la verdad deliberadamente ocultada (y no pocas veces tergiversada) en manos de quienes han sido democráticamente elegidos.
El caso de Stratfor, sin embargo, es distinto. Se trata de informes de análisis que, si bien versan sobre temas globales y tan importantes como la seguridad nacional y prospecciones socio-económicas, a fin de cuentas han sido encargados en un ámbito de competencia amparado por la intimidad y privacidad que merece cualquier relación laboral o de prestación de servicios. Poca diferencia hay, entonces, entre este caso y la intrusión en la casa de un vecino para revisar su correspondencia y obtener información que lista y llanamente no reviste el carácter de público, por muy interesante que aparezca.
Arrogándose una legitimidad que nadie les ha concedido, grupos como Anonymous, que aparentan jugar el papel de alguna clase de partisanos de la nueva era digital y asumir con más seriedad de la necesaria el rol de V en la novela gráfica de Alan Moore y David Lloyd, saltan de sitio en sitio dedicándose no sólo a botar servidores, sino a conseguir información que poco o nada tiene que ver con lo que las sociedades del siglo XXI necesitan.
Desde luego esta falta de legitimidad política o social se ve suplida por la ostentación de un poder casi incontrarrestable: el del conocimiento técnico requerido para dejar en ridículo a las agencias de seguridad de Estados Unidos y los órganos de seguridad de las distintas multinacionales cuya información ha sido robada con la misma facilidad que se le quita un dulce a un bebé. Se trata de pseudo-héroes que por el poder que se han conferido a sí mismos, pueden permitirse el lujo de transgredir normas y obrar en provecho propio. Luego, como en ese clásico argumento dramático (al borde del cliché) del que se han valido algunas historias de ficción, la que parece escribirse acá es la de una legión de rebeldes que, intentando derrocar al gobierno represivo de turno, termina convirtiéndose en un régimen fascista igual o peor que el saliente. O por decirlo de una manera más simple, el remedio termina siendo peor que la enfermedad.
En este momento los ojos ciudadanos miran con escepticismo, sobre todo después de las agitaciones sociales que se han verificado en los últimos años, las acciones y omisiones de los gobiernos. Sin embargo, una visión auténticamente crítica debe pregonarse no sólo respecto de determinados grupos de personas, sino como actitud y casi filosofía de vida; de lo contrario, sencillamente no podemos clamar por libertad. Y es que, como afirmaba el escritor argentino José Pablo Feinmann, “no hay libertad si no está alimentada por la crítica”.
Es importante tener las cosas claras, pues se supone que la luz al final del túnel es una democracia representativa más justa, abierta y transparente, y no una especie de anarquía épica con ribetes de romanticismo, como las que suelen mostrar historias tipo V for Vendetta.
Por Francisco Luco
A mediados de enero Apple anunció sorpresivamente un conjunto de tres nuevas herramientas de software, las que permiten asignar a la tecnología un tremendo valor como agente de cambio en el campo de la educación: iBooks 2 –una plataforma de distribución de libros electrónicos que podría eventualmente desplazar a los textos educativos tradicionales–, iBooks Author –una aplicación que permite a cualquier persona desarrollar su propio texto educativo electrónico– y iTunes U –una aplicación para iPad, iPhone y iPod Touch que pretende acercar a los usuarios una serie de contenidos académicos puestos a disposición por las más prestigiosas universidades del mundo–.
Mientras tanto, en nuestras provincianas y todavía pacíficas latitudes –al menos hasta que verdaderamente comience el año en marzo–, la relativa calma del escenario social y político augura con efectividad lo que todos prevemos que sucederá una vez que el grueso de la población haya dado término a sus días de reposo. Es una pasividad que augura lo evidente e inevitable; la calma antes de esa tormenta que prontamente se dejará caer y que podremos denominar “Revolución (?) Educativa: Parte II”. Una revolución que implicará, está claro, que actores políticos y sociales salgan a las calles a vociferar por una mejor educación. Podemos prever que será un período de conmoción y agitación que, como varios dirigentes ya auguraban el año pasado, probablemente sea de igual o incluso mayor magnitud que lo ya visto en meses previos.
Sin embargo, ¿qué clase de delirio podría hallar una coherencia entre la –digamos merecida– holgazanería de que muchos disfrutan en estas semanas, las futuras movilizaciones “por la educación” y lo anunciado hace un mes por el gigante informático de Cupertino? ¿Qué tiene que ver una cosa con otra? Mucho, a decir verdad.
Cuando uno evoca el concepto “Internet”, probablemente el primer impulso de muchos chilenos sea pensar en un portal blanco y azul plagado de chismes, mini juegos y otras frivolidades, en el cual suelen desperdiciar una excesiva cantidad de horas (estadísticas a mano no tengo, pero tampoco podemos ser tan cínicos como para negar que cada vez que una secretaria, estudiante, empleado de oficina o funcionario cualquiera está mirando con atención y suma concentración una pantalla sobre su escritorio, al observar la misma comprobaremos que está conectado a Facebook).
Por otra parte, a la hora de mirar el historial de navegación de esos mismos computadores en la oficina o en la universidad, comprobaremos que ya varios han visitado, entre otros sitios afines, el diario de circulación nacional por excelencia si lo que deseamos es informarnos de las banalidades del mundo de la farándula (ustedes me entienden).
Por último, si tomamos el smartphone de cualquier conocido, probablemente nos encontremos con un cuantioso surtido de contenidos fútiles, entre aplicaciones que, sí, a veces entretienen y sanamente distraen, pero que en exceso sólo contribuyen a perder el tiempo y a desaprovechar la tremenda utilidad que un computador en la palma de nuestra mano verdaderamente puede aportar.
La deprimente conclusión que podemos sacar a partir de esto es, entonces, que Internet y la tecnología en general (el computador personal, teléfonos inteligentes y todo lo demás) hoy parecen adolecer del mismo problema que presentó y aún presenta la televisión: involucionar, aunque sea por causas externas, de un medio concebido para entretener, informar y educar a uno que sólo pareciera concentrarse en lo primero (aún cuando en el caso de Internet, y a diferencia de la televisión, buena parte del problema no sea atribuible a los proveedores de contenidos, sino a los consumidores.)
En esta interesante entrevista a Isaac Asimov, realizada en 1988, el visionario y genial escritor fue capaz de vaticinar con optimismo y acierto cómo en el futuro cada hogar contaría con una computadora conectada a bibliotecas universales, de manera que podríamos acceder todos a una cantidad de información ilimitada. Así, nos veríamos enfrentados a lo que él describió como una verdadera revolución educativa.
Esa revolución permitiría, sin llegar al extremo de abolir la escuela, que cada persona adquiriera conocimientos desde su más tierna infancia, guiándose por su propia vocación y a su propio ritmo. Era una oportunidad, creía Asimov, para despojar al concepto “educación” de connotaciones absurdas y nefastas, como que se trata de un proceso para niños y jóvenes, que se inicia con el ingreso al sistema educativo obligatorio y que acaba una vez que se egresa de él para adentrarse en el mundo laboral. La tecnología, y más precisamente Internet, eran una oportunidad –observen el optimismo de Asimov– para que la adquisición de conocimiento no resultara aburrida porque alguien la impone en un salón, sino para que fuera, en su lugar, interesante y deseada por todos.
Sin embargo, las aspiraciones antes aludidas parecen chocar estrepitosamente con la triste realidad. En un contexto en que la televisión abierta atraviesa una decadencia impresentable e innegable, Internet parecía ser la salvación. Pero lamentablemente no parece ser el caso.
Incluso Steve Jobs, el hombre cuyas ideas y trabajo constituyeron la piedra angular sobre la que se cimentó el imperio de Apple, dijo en una entrevista a mediados de los 90:
“La gente está pensando menos de lo que solía hacer. Eso es principalmente por la televisión. La gente está leyendo menos y están ciertamente pensando menos. Así es que no veo a la mayoría de la gente usando la red para obtener más información.”
Con esto no pretendo decir que Asimov se equivocó y que su visión optimista se vio sepultada por la visión más sombría de otro hombre que al final sí acertó, mientras el mundo se dirige a un pozo sin fondo. Esto lo preciso porque, en cierta manera, Asimov sí tuvo razón: si bien aún queda trabajo por hacer, la infraestructura está, así como la posibilidad de acceder al conocimiento disponible en ella. Las oportunidades de conectarse a esas bibliotecas rebosantes de información existen, de manera que la educación, en su sentido más puro y genuino, se encuentra hoy al alcance de buena parte de la población mundial, incluido por cierto nuestro país. Por ello insisto: esos vaticinios felices, en cierta forma, son hoy una realidad.
¿Cuál es el problema entonces?
El problema es que si bien la infraestructura y la información están, algo falló en el camino y jamás llegó a existir esa añorada revolución educativa de la que el prolífico escritor hablaba. Es decir, está todo al alcance de nuestra manos, menos una genuina voluntad e interés de parte de los usuarios –sean niños, estudiantes universitarios, trabajadores, dueñas de casa, jubilados o lo que sea– por educarse.
Desde luego lo anterior no responde mucho a la pregunta formulada, pues de inmediato nos cuestionamos: ¿y por qué a pesar de tener esa revolución educativa frente a nuestros ojos, la sociedad no se ha interesado por la adquisición del conocimiento?
La respuesta a esta nueva pregunta por cierto que no es de mi competencia, pero la formulación de estas interrogantes al menos debiera animarnos a observar que, mientras una buena parte de los estudiantes probablemente sobrecargue sus semanas de vacaciones de actividades hedonistas y sin sentido, la cacareada revolución educativa está mucho más cerca de lo que creen y al alcance de su mano, así como al alcance de la mano de cualquier otro, más joven o viejo, que quiera verdaderamente profesar algo de amor propio y adquirir conocimiento e información relevante para sí.
Es por esto que me gustaría saber, mientras la industria de la tecnología desarrolla aplicaciones que acercan la educación a la gente aún más de lo que ya lo hace Internet por sí sola, cuántos de los nobles partisanos que salieron a las calles y volverán a hacerlo este año porque quieren “educación de calidad”, efectivamente han aprovechado las oportunidades que –como a Jobs le gustaba decir– el cruce de la tecnología con las humanidades puede ofrecer. Y con aprovechar estas tecnologías no me refiero, por cierto, a desperdiciar buena parte del día conectado a Facebook o diarios de farándula.
Hay una sobrecarga de información en nuestras vidas; es verdad. Internet cuenta con cantidades inconmensurables de contenidos inútiles; innegable. Pero no es menos cierto, asimismo, que muchos realmente están haciendo algo por salir a buscar su educación de calidad (trabajo que en las condiciones actuales ni siquiera es tan laborioso y demandante de energía y tiempo), mientras otros se limitan nada más a sentarse y esperar que aquella caiga del cielo.
Y es que, como afirmó el especialista en educación Curtis Johnson: “según el modelo que sigue siendo dominante en la mayoría de escuelas del mundo, al entrar en el aula casi parece que el conocimiento sea algo escaso, difícil, prácticamente imposible de obtener a no ser que tengamos a un adulto debidamente cualificado de pie frente a un grupo de jóvenes que le escuchen solícitos, dispuestos a anotar en sus cuadernos cualquier dato supuestamente de valor. Pero los alumnos saben que no es así: el conocimiento es ubicuo. Pueden entrar en Google para buscar una respuesta y llegar a ella mucho más rápido que nadie en esta sala –hasta un muchacho de 9 o 10 años puede hacerlo–. Es cierto que tal vez no tengan el criterio para saber cuáles son las coas que merece la pena buscar, ni la sabiduría para valorar lo que encuentran, pero es evidente que pueden acceder al conocimiento; no tenemos que dárselo.”
Así, lo anterior parece generar otra brecha digital, no una entre usuarios conectados y desconectados, sino una entre usuarios que realmente aprovechan el potencial informativo y educativo que Internet genera y usuarios que, aun con acceso a la red, condicionan su vida de forma negativa de la misma manera que han sido condenados quienes han recibido una educación formal deficiente.
Esa es una brecha digital mucho más problemática que la que ya conocemos, puesto que, probablemente, el abismo entre los dos porcentajes de la torta sea más grande aquí que en un gráfico que ilustra cuántos ciudadanos están conectados a Internet y cuántos no. Además, será sin duda la siguiente brecha digital contra la cual nos enfrentaremos una vez que la anterior sea superada. Y es una brecha de la cual, por cierto, no he oído a nadie hablar.
Por Rocío Palma | Comunicaciones FCI.
Durante el último tiempo, hemos puesto énfasis en hacernos –los ciudadanos- personas más informadas y participativas. A su vez, las instituciones han comenzado a revelar información a la que antes no podíamos acceder. Por eso, si tienes dudas en temas de transparencia y acceso a la información, estos son los sitios que no puedes dejar de visitar a la hora de hacerte preguntas, seguramente en ellos, podrás encontrar respuestas.
1. Corporación Participa (www.participa.cl) | @CorpParticipa
Desde 1988, la corporación Participa ha buscado mejorar la calidad de la democracia promoviendo la participación ciudadana en los asuntos de interés público y un ejercicio responsable del gobierno. La idea principal de esta entidad es contribuir para que los valores y derechos democráticos sean conocidos, respetados y ejercidos por personas informadas, organizadas y participativas. Además, aboga por prácticas transparentes y por la rendición de cuentas en la gestión pública.
Dentro de sus proyectos, destacan los de participación ciudadana y de transparencia y acceso a la información pública como el programa “Quiero mi barrio” (2007-2010), “Incide” (2010-2011) e “Iniciativa y Acceso”. Durante el 2011 se realizaron “Seminarios Participativos” y el proyecto “Ciudadanía Activa”.

2. Fundación Pro Acceso (www.proacceso.cl) | @ProAccesoChile
Nació en julio del 2004 como una fundación sin fines de lucro que buscó -desde un comienzo- promover el acceso a la información pública, y consolidarlo como un derecho humano fundamental, generando cambios a nivel legal y cultural. Intenta garantizar el acceso de los ciudadanos a la información pública y promocionarlo como una herramienta central en el desarrollo de políticas públicas de Chile.
Actualmente, Pro Acceso realiza un arduo seguimiento al fallo de la Corte Interamericana y a los cambios institucionales que están en trámite legislativo.

3. Proyecto Transparentemos (www.transparentemos.cl) | @transparentemos
El proyecto Transparentemos busca que las organizaciones que participen en él se autorregulen e incorporen a su gestión los principios de la transparencia activa y rendición de cuentas. Esto incrementará la legitimidad del sector, permitirá alcanzar una mayor eficacia e impacto tras su gestión y así, alcanzar más oportunidades de acceso a recursos del sector público y privado.
Transparentemos contempla construcción de estándares, en base al modelo Chile Transparente. También, tiene un plan piloto, donde se convocarán a 60 organizaciones sin fines de lucro para hacerse parte de esta experiencia. Por último, se emprenderán acciones con las distintas instituciones públicas y privadas.

4. Ciudad Viva (www.ciudadviva.cl) | @ciudad_viva
En el 2000 se fundó Ciudad Viva , su compromiso fue tomar el conocimiento adquirido durante la lucha de cinco años contra el primer gran proyecto de autopista urbana en Chile (Costanera Norte), que hubiera destruido la rivera norte del río Mapocho y todo su patrimonio tangible e intangible, y ponerlo a disposición de las comunidades urbanas en conflicto o que estén buscando jugar un rol más activo en la planificación, para construir barrios y ciudades más justas socialmente y sustentables ambientalmente.
Finalmente, Ciudad Viva busca el empoderamiento de los ciudadanos y especialmente sus organizaciones, los espacios colectivos donde se construyen consensos cruciales.

5. Consorcio por la Transparencia (www.consorcioporlatransparencia.cl)
El Consorcio es un grupo de organizaciones de carácter multidisciplinario que través de su experiencia y conocimiento en materias de transparencia, participación ciudadana, acceso a la información y tecnología, busca facilitar el acceso real de los ciudadanos a la información, y monitorear a las diferentes instituciones públicas y privadas. Además, se preocupa de desarrollar acciones de educación, difusión y empoderamiento ciudadano en torno a estos derechos.
Dentro de las organizaciones, cuentan con la participación de: Corporación Participa, Fundación Pro Acceso, Fundación Pro Bono y la Fundación Ciudadano Inteligente.

6. Consejo para la Transparencia (www.consejotransparencia.cl) | @ctransparencia
El Consejo para la Transparencia es una corporación autónoma de derecho público, con personalidad jurídica y patrimonio propio, creado por la ley de Transparencia de la Función Pública y de Acceso a la Información del Administración del Estado. Busca promover y cooperar en la construcción e institucionalización de una cultura de la transparencia en Chile, garantizando el derecho de acceso a la información pública de las personas.

7. Red de Transparencia y Acceso a la información (http://redintercambio.cplt.cl)
Es una red de intercambio entre organismos y entidades públicas que desarrollan supervisión en funciones de transparencia y acceso a la información pública. Esta red la conforman, el Ministerio Institucional de Transparencia y lucha contra la corrupción de Bolivia, el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos de México, la Unidad de Acceso a la Información Pública de Uruguay, la Defensoría del Pueblo de Perú y el Consejo para la Transparencia de Chile.
Acá podrás enterarte que sucede no solamente en Chile, sino en otros países de América sobre el tema de transparencia y acceso a la información.

8. Gobierno Transparente (www.gobiernotransparente.cl)
En este portal se encuentra toda la información sobre transparencia de las entidades públicas. Dentro de las opciones que te da, puedes ingresar y ver datos de organismos públicos, sistema de compras, informes de ejecución presupuestaria, transferencias, actos y resoluciones, estructuras orgánicas, la dotación de personal de las distintas instituciones y la declaración de intereses de nuestras autoridades, entre otras opciones.

9. Chile Transparente (www.chiletransparente.cl) | @Ch_Transparente
Chile Transparente, combate la corrupción desde una perspectiva integral. Crea conciencia sobre los beneficios de la transparencia en las organizaciones públicas y privadas, y da a conocer los costos económicos y sociales que implica la corrupción.
Desarrolla proyectos que posicionan los valores de la transparencia y la probidad, y elabora herramientas y prácticas que permitan mejorar los niveles de integridad y acceso a la información de la ciudadanía.
Las actividades y acciones emprendidas por el organismo son financiadas por el aporte de socios individuales y de empresas cooperadoras, junto a las donaciones recibidas por proyectos específicos de parte de distintas entidades nacionales e internacionales.

10. Open Goverment Partnership (www.opengovpartnership.org/) | @opengovpart
El Open Goverment Partnership tiene por objeto asegurar el compromiso concreto de los gobiernos en promover la transparencia, aumentar la participación ciudadana, luchar contra la corrupción y aprovechar las nuevas tecnologías para hacer que los gobiernos sean más abiertos, efectivos y contables. Otra tarea, consiste en apoyar la participación ciudadana de todas las personas, por igual y sin discriminación, en la toma de decisiones y la formulación de políticas.

Y además, no dejes de visitar la página de nuestra fundación: www.ciudadanointeligente.org

Una aplicación para comparar los precios de las bencinas de las estaciones en su localidad o una para donar regalos pedidos por niños vulnerables para navidad, son algunas de las ideas que ya han propuesto a sólo días del evento de open data más grande de la región, “Desarrollando América Latina” http://desarrollandoamerica.org, organizado por la Fundación Ciudadano Inteligente (FCI).
La creación de aplicaciones tecnológicas para el bien común en ámbitos como educación, seguridad y presupuesto público, es la finalidad de este evento que se efectuará este 3 y 4 de diciembre, y que ya cuenta con 120 emprendedores sociales inscritos en Chile y 436 en total, que también incluye a Argentina, Brasil, Uruguay, Perú y México. Aun así, ciudadanos como tú motivados por aportar al bien social, y expertos de estas diferentes áreas ya han dejado sus ideas para la creación de apps.
“Alexia”, de Valparaiso, propuso una aplicación de colaboración social para ayudar a ahorrar a través de una multiplataforma que permita a los usuarios revisar el precio de los combustibles de las estaciones de servicio de su sector, precios que son actualizados por los mismos usuarios de la comunidad
A su vez, “Marceleita”, también de Chile, planteó realizar un sistema donde niños soliciten un regalo, para que donadores y voluntarios se inscriban, pudiendo así realizar una donación libre o desde la lista de peticiones. Esta idea, que sienta muy bien a menos de un mes de la navidad, podría complementarse –propone su autora- con funcionalidades como geolocation, Gmaps, Twitter y Facebook.
También han llegado proposiciones de aplicaciones desde Argentina, como la realizada por “Eazel7” de Buenos Aires, que presenta un sistema integrado para que las gobernaciones (intendencias, provinciales, nacionales) transparenten las acciones que llevan a cabo, como los presupuestos y licitaciones. Para que así –dice él- los ciudadanos puedan interactuar con los datos.
Desde el DF México “Ricardo GC” propuso crear un botón de pánico en los celulares debidamente registrados que no sólo permitan emitir una llamada de emergencia del portador del móvil, sino que también ayuden como vigilante ciudadano cuando se sea testigo de un delito. Esto aprovechando la tecnología 3 o 4G, que también podría avisar a través del GPS la ubicación en que está ocurriendo el incidente.
Continuando en el ámbito de la seguridad Pedro Daire, jefe de tecnología de la FCI, ha propuesto una aplicación web que permita revisar los conductores y teléfono móvil de una patrulla policial, con sólo ingresar la patente (placa) del vehículo. De esta forma- dice Daire- se puede contactar la patrulla al verla o saber quién está operándola.
En definitiva todas las ideas son bienvenidas en http://desarrollandoamerica.org/tus-ideas-aqui/ , y si bien proponerlas no quiere decir que se lleven a cabo, puede que estos proyectos de aplicaciones inspiren a los participantes del evento o a desarrolladores motivados por aportar al bien social y a una sociedad en la que todos aportan para aumentar el bienestar de la ciudadanía.
Por Comunicaciones FCI.
Son 30 horas consecutivas de trabajo, donde desarrolladores web, diseñadores, investigadores y tú podrán crear una solución digital para enfrentar diferentes temas sociales en Argentina, Brasil, Chile, México, Perú y Uruguay.
Para nadie es una novedad que Chile y el resto de los países latinoamericanos comparten problemas sociales, y es por esta razón que como primer hackathon -encuentro de programadores- regional se eligieron tres áreas específicas donde los participantes deberán crear una aplicación: educación, presupuesto público y seguridad.
El evento se desarrollará de manera simultánea el 03 y 04 de diciembre en los seis países que integran el proyecto. Ellos se encontrarán conectados vía streaming, donde podrán ver lo que sucede con el resto de los concursantes y así crear un ambiente grato entre las diferentes naciones.
La idea original del proyecto surgió de Juan José Soto, gerente de la Fundación Ciudadano Inteligente hace un año. “Él estaba hablando con un representante de Google en Brasil y descubrieron que hay muchos países en América Latina tienen los mismos problemas sociales y ambos actores trabajan en temas tecnológicos, por lo que a partir de ahí se comenzó a armar un evento para el bien social”, señaló la Administradora del Proyecto, Anca Matioc.
Entre los organizadores se encuentran instituciones internacionales como RandomHacks of Kindness (RHoK), una comunidad que crea grandes proyectos de innovación enfocados en el Open Source. Además de las ONGs participantes de cada uno de los seis países que de este evento. También hay otros importantes organizadores como Wingu, Garage Lab, escuelab.org, Cubox, Informacióncívica.org, CitiVox,W3C y Fundar. Entre los sponsors de este evento están Open Society Institute, Omidyar networks (e-bay) y Google.
Las inscripciones se abrieron la semana pasada y se deben hacer en línea a través de www.desarrollandoamerica.org hasta el 25 de noviembre. Para ello, existen tres modalidades de inscripción, postular en forma individual, con un grupo definido o simplemente con un grupo desconocido, que en un evento previo al DAL, podrán conocer y elegir a sus eventuales compañeros para formar grupos.
“En general las personas trabajan en equipos pre definidos, con amigos y conocidos, pero el único límite es que no pueden trabajar más de ocho personas en un grupo, así que máximo ocho y mínimo uno” aclaró Matioc.
Hay premios a nivel nacional y regional. Durante el evento va a haber un jurado en cada país que evaluará las aplicaciones de cada nación. Los tres mejores proyectos, es decir, oro, plata y bronce, pasan a la siguiente ronda, la ronda regional.
El día después del evento, en 24 horas, otro jurado evaluará los tres ganadores regionales. Los premios nacionales serán:
- Premio oro: US$2.OOO dólares
- Premio plata: US$1.000 dólares
- Premio bronce: US$ 500 dólares
Previo al evento, cada país se encuentra recopilando open data además de vincularse con organizaciones civiles, con el gobierno y distintas organizaciones que tienen esos datos. Por ejemplo, en Chile están trabajando con Educación 2020 y esperan tener datos del Gobierno y de Paz Ciudadana.
“Eso es lo bonito del evento, porque no solamente estamos creando una comunidad de desarrolladores sino que estamos construyendo todo un grupo y conectando a las personas del gobierno, de la sociedad civil y a todos a través de este evento”, finalizó la Administradora del proyecto.
Por eso, si eres un techie y quieres ayudar a tu sociedad, no puedes dejar pasar esta oportunidad. ¡Inscríbete ahora!